-¿De dónde sacaría comida? –Me pregunté una vez fuera. Recordé que cerca de donde vivíamos tenían invernaderos, posiblemente podría escabullirme entre aquella niebla y entrar a tomas un poco de verduras y frutas, eso sería suficiente para unas semanas. Logre entrar al invernadero sin ser descubierto pero de pronto empecé a escuchar sonidos de personas susurrándose entre sí. Pensé que eran civiles y que fácilmente entenderían mi posición de igual forma y podríamos aliarnos, pero todo cambio cuando detrás de unos matorrales vi como las personas que susurraban cargaban armas y tenían un acento diferente al nuestro, sin duda eran los enemigos. Tome todo lo que pude y lo más pronto posible deje aquel lugar. El regreso fue un tanto más ligero, pues ya sabía bien el camino y tenía la seguridad de que si cuando fui no vi a nadie de regreso sería igual. El ambiente no tardo en cargarse más, escuche ráfagas de metralletas disparar, gritos y gente armada corriendo a los lados, por reacción propia me tire al suelo y logre esconderme. ¡No lo podía creer! Logre llegar a casa, con todos los alimentos tomados de aquel lugar. No puedo describir la sonrisa de mi esposa al verme otra vez, aunque estaba un poco furiosa por haberme ido. -¿¡Pero que estabas pensando!? Me decía una y otra vez aunque su cara de satisfacción de verme regresar a casa era inconfundible. Pasaron varios días y la comida empezaba a escasearse de nuevo, pensé que no sería problema y volvería a ir en la noche por más. Fue cuando salí de nuevo, de igual manera por la noche y con aquel uniforme de soldado. Al momento de entrar en el terreno del invernadero escuche una fuerte alarma y de pronto perros alborotados. No lo podía creer, aquel invernadero lo habían tomado los enemigos y se habían reforzado con alarmas, vi varios hombres armados corriendo y perros por todos lados. ¡Estaba en problemas!… (Continuara…)
¡Sus comentarios son bienvenidos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario